Es fácil encontrar a empresas que no se sienten cómodas con su sistema de gestión de la Calidad, empresas con sistemas complicados cargados de documentos que no comprenden ni sienten necesarios, que les transmiten una idea de que se trata de más de un trabajo añadido que de una ventaja competitiva donde el reconocimiento de la certificación final es el único valor que le encuentran a esto de la Calidad.
En muchas ocasiones se trata de empresas que entran en este mundo por exigencias de sus clientes, o por poder optar a diferentes concursos, o trabajar con la administración pública y que en el fondo desconocen las enormes posibilidades que para su organización puede llegar a tener un certificado de Calidad.
¿Tu sistema de gestión es muy complicado?
¿Rellenas habitualmente documentos que no necesitas?
¿Antes de la auditoría externa te ves obligado a poner al día documentos que hasta entonces no habías tenido que utilizar?
Todas estas situaciones son muy comunes, sobre todo en empresas que implantaron su sistema años atrás.
Esta situación la encuentro día a día en mi trabajo y me produce cierta decepción ya que he tenido la enorme suerte de poder experimentar personalmente cómo las herramientas que nos ofrece una Norma UNE o ISO ya sean genéricas o sectoriales. He podido observar cómo mejoraba la organización interna de la empresa cuando el empresario cree realmente en este proyecto y se implica en él, cómo se eliminan barreras entre departamentos, cómo los clientes valoran la mejora en el servicio recibido, cómo facilita la organización interna de cada área, cómo la gerencia disfruta de herramientas que le permiten tener una imagen real de cómo va su empresa y cómo dirigirla hacia donde desea, favoreciendo su crecimiento incluso en tiempos de crisis.
Es por mi convencimiento personal que me resisto en caer en esa imagen pesimista y por la que quiero ayudarte a que experimentes conmigo lo que una implantación práctica y totalmente personalizada a tu realidad y recursos, puede hacer por tu empresa.